«Escribir es como abrir tu alma al mundo, orquestando desde las sombras, regalando pedacitos de ti maquillados de fantasía…».
Así es como yo lo veo, y así es como lo siento.
Al escribir descubrí que más que tratar de contar una historia de fantasía, estaba desnudando mi alma. Quizá hasta podría decirse que se trata de una terapia que me ayuda continuamente a sentirme mejor. Desahogando cada aflicción, rabia contenida o sentimiento más profundo sobre el papel.
Y de ahí que mi objetivo no sea sacar una novela y ya está. De ahí que necesitara una terapia más extensa, pues son muchas cosas las que tengo que soltar. Sé que es imposible deducir de cuanto se lee en mis novelas qué cosas hacen referencia a mi vida más íntima, pero os aseguro que, a pesar de ser una historia de fantasía, tiene más de real de lo que se intuye.
Por lo tanto, no os extrañéis por si os parece ver mi lado más oscuro. Pues la humanidad como especie, a medida que abro los ojos y atisbo sus actos contra el mundo que la rodea, no deja más opción que desatar en uno esa bruma negruzca que me hace perder toda esperanza.
Siempre pensaré que la ambición es el peor defecto de las personas, y nunca entenderé el por qué nadie, de cuantos dominan el mundo, hace algo realmente bueno por salvarlo. Pero todo se andará… Soñar es gratis, ¿no es así?
