EL OLVIDO

 

¿Sabéis que mis novelas comenzaron con la idea de ser un diario?

Sí, así es. Un diario. Uno que me hiciese recordar un momento de mi vida que tuve hace pocos años y que me ayudó a salir del todo de la mierda en la que estuve sumergido por ciertos problemas personales. Una que comenzó a despejar mi mente con cierto viaje a China para entrenar kung fu, y que terminó con un largo viaje por España junto a quien, sin darse cuenta, me ayudó a terminar de salir de esas profundidades.

Esta historia, para resumir, terminó en Mallorca, donde viví y escribí mi primera novela. Y ahí el cambio. De diario, en el que pensaba relatar todos los maravillosos lugares que visitaba y lo que me hacían sentir, a novela de fantasía, donde no pude refrenar mi alocada imaginación, la cuál inventaba mil y una aventuras en todos aquellos lugares. De ahí que mis redes sociales hablen siempre de lugares reales donde me inspiro. Donde me inspiré.

Y es que pretendía hacer un diario por mi terrorífico miedo a olvidar.

Ya con quince años cuidé de mi abuela (a quien le dedico el personaje de Euginia en mi novela Tiempo de brujas) a la que el maldito alzhéimer le arrebató los recueros, y a mí, su presencia. Algo que me marcó de por vida, y que me hizo comprender la importancia del presente, cosa que a veces, es difícil de recordar.

El olvido… tan necesario en ocasiones, pero tan nefasto a su vez. Si me preguntaran a qué cosas le temo más en este mundo, el olvido se ganaría el segundo puesto sin duda, pues en el primero siempre estará el ser humano en sí.

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